
La mejor garantía para la venta es el cliente satisfecho, y esto sólo es posible con personas comprometidas en dar el mejor servicio.
Hay que considerar la calidad desde una doble perspectiva, la interna o Calidad Objetiva -que se refiere al cumplimiento de unas especificaciones- y la Calidad Percibida que implica satisfacer las expectativas y necesidades del cliente. El nivel de la Calidad Percibida es el que diferencia una buena organización de una organización excelente.
La implantación de los sistemas de calidad no es una decisión suficiente para garantizar la fidelidad de los clientes. Es preciso que los empleados se pongan “en los zapatos del cliente”, para que sean conscientes del impacto que su trabajo tiene en el grado de satisfacción con la marca/empresa.
Para mejorar el rendimiento de las acciones comerciales y conseguir relaciones a largo plazo, las compañías necesitan personas motivadas y comprometidas con la calidad en el servicio; no solamente los vendedores, sino todas las personas que tienen contacto con los clientes.